16 jun 2012

Yoga Vasishtha de Valmiki: Decimoprimera conversación



EL MUNDO ESTA EN LA MENTE
Yoga Vasishtha
EXTRACTOS DE LAS INSTRUCCIONES DEL SABIO VASISHTHA A SU DISCÍPULO EL PRÍNCIPE RAMA

La obra titulada Yoga-Vasishtha, conocida también como Maharamayana, comprende treinta y dos mil versos atribuidos al sabio Valmiki, el primer poeta que se expresó en la lengua sánscrita tal como aún hoy la conocemos. En verdad, Valmiki podrá siempre reclamar para sí el hecho de ser el más grande de los poetas sánscritos, y el Yoga-Vasishtha está penetrado de una poesía de la más alta inspiración.
El Yoga-Vasishtha ha sido el libro preferido de yoguis y ermitaños en sus retiros del Himalaya, así como el de reyes y hombres de estado de la India. Comparten la opinión de que quien lo estudia con atención y vive sus enseñanzas se alza por encima de las limitaciones de la materia y, experimentando una inmutable beatitud en su propio ser, hace partícipe a su prójimo de su propia exaltación espiritual por medio de la bondad y de la verdadera filantropía.



DECIMOPRIMERA CONVERSACIÓN

Dijo Rama:

«De todas las prácticas de las que has hablado, oh compasivo Señor, dime cuál es la más esencial para conducirnos al supremo Brahman.»

Contestó Vasishtha:

«Gracias a tu valor viril puedes renunciar a tu deseo de objetos temporales y consagrar tus esfuerzos a la búsqueda del primero y mejor de los objetivos, y si permaneces en una meditación profunda y exclusiva sobre el Ser supremo, ciertamente verás a la Luz divina brillar en ti y ante ti.

No es posible reconocer instantáneamente al Espíritu conocible a menos de que Lo guardes continuamente en tu consciencia. Si te empeñas en renunciar a tus aspiraciones terrenales, te verás liberado de la enfermedad y del peligro. Mientras no domines a tu mente, no podrás deshacerte de tus deseos, y sin reprimir tus deseos no podrás amansar a tu mente turbulenta.

Por tanto, el conocimiento de la Verdad, la sumisión de la mente y la renuncia a los deseos conducen en conjunto a la beatitud espiritual, que no es posible alcanzar practicando una de estas virtudes sin las otras.

A menos de que se llegue a ser un adepto en la práctica de las tres, es imposible conseguir el estado de perfección divina únicamente por la devoción, aunque sea durante todo un siglo.

Persiste en practicarlas durante toda tu vida, te halles tranquilo o en movimiento, hableso escuches.

Los ignorantes que intentan someter a su mente con la práctica del Hatha-Yoga o mediante tensiones corporales se parecen a insensatos que quisieran disipar la oscuridad con tinta negra en vez de utilizar una lámpara encendida.

Quédate tranquilo y sereno, poniendo tu fe en tu Consciencia interior. Sabe que el conocimiento es poder y que el conocedor es el ser más poderoso de la tierra; sé, pues, sabio en todos los aspectos.

El hombre que ha adquirido un conocimiento perfecto de Dios está colmado de un entusiasmo inagotable; se ha liberado desde esta vida y reina soberano en el imperio de su mente. No presta atención a nada agradable o amargo, sino que encuentra su deleite en sus propios pensamientos.

Sabiendo que el mundo está hecho de Consciencia, la mente del sabio está arrebatada por el pensamiento de su universalidad, y se desplaza libremente viendo el cosmos como si fuera un espacio de su propia Consciencia.

Sabe que tu Sí mismo —tu Consciencia— es todo en todos, oh Príncipe sagaz, y rechaza como falsa toda apariencia que pudiera hacerte pensar de forma distinta: como todo se encuentra contenido en ti mismo, nada existe que puedas reivindicar ni repudiar.

Es el abandono espiritual de las ataduras lo que se llama liberación; es el rechazo de los apegos terrenales lo que nos dispensa de nacer de nuevo; es la libertad respecto a los pensamientos mundanos lo que nos emancipa en esta vida.

Quien cumple con los deberes hereditarios que la vida le ha impuesto y los satisface con una mente libre de todo interés y de toda expectación, ése verdaderamente tiene la felicidad consigo.

Vive para la corriente cristalina y cantarina de tu búsqueda de la Verdad y a la luz de tu comprensión y podrás fundirte en el estado puro e incorruptible de Atman.

Oh Rama, todo lo que existe sobre la faz de la tierra, en las nubes o en los cielos puedes obtenerlo renunciando tanto a tus fervientes deseos como a tus aversiones.

Cualquier cosa por la que un hombre se esfuerce, manteniendo su mente firme al margen de sus simpatías o antipatías, gracias a ese esfuerzo lo conseguirá.»

Cuando el santo instructor Vasishtha hubo terminado su discurso ante la asamblea real, todos se levantaron en señal de respeto, y el emperador, la reina y los ministros tocaron los pies del santo guru, ofreciéndole presentes y exclamando a continuación:

«¡Jai! ¡Jai! ¡Jai!»

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