23 feb 2014

Aforismos del Yoga de Patanjali, cap. 3: PODERES. Swami Vivekananda

Es el Swami Vivekananda quien comenta y aclara los "Aforismos sobre Yoga" de Patanjali, pero no lo hace de una manera meramente intelectual sino con la autoridad propia de quien, como él, era un ser extraordinario y, además, había realizado el Raja Yoga. No sólo los aspirantes espirituales sino también aquellos que andan ansiosamente tras el verdadero conocimiento, sabrán valorar el aporte que significa una obra de esta magnitud.
La versión directa del inglés de los aforismos, fue igualmente hecha por el Swami Vivekananda, venciendo la dificultad que ofreciera siempre a los orientalistas este tipo de expresión en sánscrito, tan precisa y concisa, que su interpretación correcta llegó a ser casi imposible incluso para muchos eruditos en esa antigua lengua. 

Traducción de los aforismos directo del Inglés: Swami Vijoyananda
Traducción de los comentarios de Federico Climent Terrer

ÍNDICE
Cap. 1: CONCENTRACIÓN: SU USO EN LO ESPIRITUAL. 
Cap. 2: CONCENTRACIÓN: SU PRÁCTICA.
Cap. 3: PODERES
Cap. 4: INDEPENDENCIA

LIBRO III
PODERES

1. Dharana es la concentración de la mente en un particular objeto. 

Dharana es el estado en que la mente se concentra en algún objeto, ya del cuerpo, ya exterior al cuerpo y se mantiene en dicho estado. 

2. Un flujo constante de conocimiento en aquel objeto es Dhyana. 

La mente piensa en un objeto y se concentra en un punto determinado, como la coronilla de la cabeza, el corazón, etc. y si logra recibir sensaciones de aquella parte del cuerpo y no de otra alguna estará en dharana. Si consigue mantenerse durante algún tiempo en dicho estado se dice que está en meditación (dhyana). 

3. Cuando en la meditación prescinde la mente de las formas y se fija únicamente en el significado, está en samadhi. 

Se llega al estado de samadhi cuando en la meditación se prescinde de la forma externa. Si medito en un libro y logro concentrar poco a poco la mente en el libro, percibiendo tan sólo el significado del libro, prescindiendo de sus accidentes y condiciones, como forma, volumen, etc., a este estado de dhyana se llama samadhi. 

4. La conjunción de las tres con referencia a un objeto es samyama. 

Cuando el hombre puede fijar la mente en un particular objeto y mantenerla fija largo rato y abstraer la forma del objeto se dice que está en samyama o sea la conjunción de los sucesivos estados de dharana, dhyana y samadhi. La forma del objeto desaparece y sólo queda su significado en la mente. 

5. Cuando esto se logra, se recibe la luz del conocimiento. 

Quien logra el estado de samyama es dueño de todos los poderes. Dicho estado es el más eficaz instrumento del yogui. Los objetos de conocimiento son infinitos y se clasifican en densos, muy densos, densísimos y en sutiles, muy sutiles y sutilísimos. Primero se ha de aplicar el samyama a las cosas densas o groseras, y una vez logrado el conocimiento de ellas se procede a aplicar el samyama a las sutiles. 

6. Esto se ha de efectuar por etapas. 

Nos advierte Patanjali que no hemos de ir demasiado aprisa. 

7. Estos tres son más internos que los que los preceden. 

Los tres a que alude el aforismo son los estados dharana, dhyana y samadhi, y los precedentes son pratyahara, pranayama, asana, yama y niyama, considerados como las partes externas de los tres primeros y por tanto se han de alcanzar previamente. Cuando el hombre logre los tres últimos estados alcanzará la omnisciencia y la omnipotencia, pero no la liberación, porque dichos tres estados no conferirán a la mente la inmutabilidad (nirvikalpa) y dejarán las semillas de la reencarnación. Únicamente cuando las semillas están "fritas", como dicen los yoguis, pierden la posibilidad de producir nuevas plantas. Los referidos poderes no son capaces de freír las semillas. 

8. Aún son externos en relación al samadhi sin semillas. 

Comparados los citados poderes con el samadhi sin semillas son todavía externos. Aún no hemos alcanzado el verdadero y superior samadhi, sino el inferior, en el cual existe el universo tal como lo vemos y al cual pertenecen dichos poderes. 

9. Por la supresión de las impresiones perturbadoras mediante las impresiones que las neutralizan, la mente puede dominar las modificaciones. 

En el primer estado de samadhi no se han dominado del todo las modificaciones de la mente, pues si se hubiesen dominado quedaría la mente inmutable. Si una modificación impele a la mente a valerse de los sentidos y el yogui intenta reprimirla, la misma represión la modificará, pues una oleada quedará anulada por otra, de suerte que no habrá verdadero samadhi cuando todas las oleadas estén sometidas, porque subsistirá la oleada que las someta. Sin embargo, el samadhi inferior está mucho más cerca del superior que cuando la mente se agita y la materia mental fluctúa como oleaje marino. 

10. Su flujo se sosiega por hábito. 

El flujo de esta continua represión de la mente se sosiega cuando después de larga práctica adquiere la mente la facultad de concentración. 

11. Cuando después de atender la mente a varios objetos se concentra en uno solo, está en samadhi. 

El estado inferior de la mente es en el que pasa sucesivamente de unas cosas a otras. Cuando se concentra en un solo objeto, con exclusión de todos los demás, está en samadhi. 

12. Cuando la impresión pasada se unifica con la presente está el chitta concentrado. 

¿Cómo conoceremos que la mente está concentrada? Porque se habrá desvanecido la idea ,de tiempo. Cuanto más tiempo pase sin advertir que pasa, más concentrados estaremos. En la vida ordinaria notamos que cuando leemos con vivísimo interés un libro no tenemos noción del tiempo, y cuando terminamos la lectura nos sorprendemos al notar las horas que han pasado. Durante la lectura todo el tiempo nos parece presente. 

Por esto dice el aforismo que cuando se unifican el pasado y el presente se dice que la mente está concentrada. 

13. Así se explica la triple transformación en forma, tiempo y estado, en densa o sutil materia y en los órganos. 

El triple cambio en la materia mental, de forma, tiempo y estado explica los correspondientes cambios en densa y sutil materia y en los órganos. Supongamos que tenemos una barrita de oro y la transformamos en un brazalete, y después el brazalete en una arracada. Estos son cambios de forma. El mismo fenómeno, considerado desde el punto de vista de la duración, nos da el cambio de tiempo. Además, el brazalete o la arracada pueden ser brillantes o mates, gruesos o delgados, etcétera. Esto es el cambio de estado. Refiriéndonos ahora a los aforismos 9, 11 y 12, la materia mental se muda en vrittis, esto es, cambia de forma, y también cambia de tiempo al transcurrir por el pasado, el presente y el futuro. El estado se entiende por la variación de intensidad de las vibraciones en el particular período presente. La práctica de las concentraciones enseñadas en los precedentes aforismos dará al yogui voluntario dominio sobre las transformaciones de su materia mental, que le capacitarán para practicar el samyama citado en el aforismo 4. 

14. Lo calificado es aquello sobre que actúan las transformaciones pasadas, presentes o que todavía se han de manifestar. 

Es decir, lo calificado es la substancia influida por el tiempo y por las samskaras, que cambia de manifestación. 

15. La sucesión de cambios es causa de múltiple evolución. 

16. Por la aplicación de samyama a las tres clases de cambios se adquiere el conocimiento del pasado y del futuro. 

No hemos de perder de vista la primera definición de samyama. Cuando la mente alcanza este estado y se identifica con la interna impresión del objeto, prescindiendo de la externa, y cuando por dilatada práctica, retiene la mente dicha interna impresión, y puede colocarse instantáneamente en tal estado, se dice que está en samyama. Para conocer el pasado y el futuro es necesario aplicar el samyama a los cambios de las samskaras. Algunas samskaras actúan en el presente; algunas han actuado ya; y otras están por actuar. Aplicando el samyama a estas samskaras se conoce el pasado y el futuro. 

17. Por la aplicación del samyama a la palabra, al significado y al conocimiento, que de ordinario se entrefunden, se adquiere el conocimiento de todos los sonidos animales. 

La palabra representa la causa externa; el significado representa la interna vibración que por conducto de los sentidos transmite la externa impresión a la mente; el conocimiento representa la reacción de la mente de que resulta la percepción. Estos tres elementos entrefundidos nos dan la sensación del objeto. Supongamos que oigo una palabra. Ocurre primero la vibración externa; después la interna sensación transmitida a la mente por el órgano del oído; luego reacciona la mente y yo comprendo la palabra, que es una entremezcla de vibración, sensación y reacción. Ordinariamente estos tres elementos son inseparables, pero por la práctica puede el yogui separarlos. Si entonces aplica el samyama a cualquier sonido, comprende el significado que este sonido intentaba expresar, tanto si lo emite un hombre como un animal. 

18. Por la percepción de las impresiones, se obtiene el conocimiento de las vidas pasadas. 

Cada experiencia que tenemos levanta una onda en la materia mental, que si bien se va amortiguando cada vez más, nunca se pierde, sino que allí permanece en sutilísima forma, de suerte que si logramos reavivar la onda, determina la memoria. Por tanto, si el yogui puede aplicar el samyama a las pasadas impresiones de la mente, recordará todas sus vidas pasadas. 
19. Por la aplicación del samyama a los signos del cuerpo de otro, se adquiere el conocimiento de su mente. 
Cada persona tiene en su cuerpo signos que la distinguen de las demás. Cuando el yogui aplica el samyama a dichos signos, conoce la índole de la mente de la persona. 
20. Pero no su contenido, porque este no es el objeto del samyama. 
El yogui no conocería el contenido de la mente de la persona a cuyos signos corporales aplicara el samyama, pues para ello se requerirían dos samyamas, uno en los signos del cuerpo y otro después en la mente. Entonces conocería el yogui todo cuanto está en la mente de la persona. 
21. Por la aplicación del samyama a la forma del cuerpo, se intercepta la perceptibilidad de la forma, y como el poder de manifestación en el ojo está separado, el cuerpo del yogui es invisible. 
Un yogui que esté en un aposento puede desaparecer aparentemente. No se desvanece en realidad, pero nadie puede verlo. La forma y el cuerpo quedan, por decirlo así, separados. Conviene recordar que esto sólo es posible cuando el yogui adquirió el poder de concentración en que la forma se separa de la cosa formada. Entonces aplica el yogui el samyama y se suspende el poder de percibir formas porque este poder proviene de la unificación de la forma con la cosa formada o del perceptor con lo percibido. 
22. Así se explica también la desaparición u ocultamiento de las palabras habladas y de otras cosas. 
23. El karma es de dos clases: pronto a dar fruto y tardío en fructificar. Por el samyama en ambos karmas o por los signos de arishta, los yoguis conocen exactamente cuándo se han de separar del cuerpo. 
Cuando el yogui aplica el samyama a su propio karma, es decir, a las impresiones que actúan en su mente y a las que están en expectación de actuar, conoce exactamente por medio de estas últimas cuándo morirá su cuerpo. Sabe qué día, a qué 'hora y aun a qué minuto morirá. Los hinduistas piensan mucho en este conocimiento o conciencia de la hora de la muerte, porque el Bhagavad Gita enseña que los pensamientos en el momento del tránsito influyen muchísimo en la determinación de la vida siguiente. 
24. Por la aplicación del samyama a la amistad, benevolencia, misericordia, etcétera, el yogui sobresale en las respe ctivas cualidades. 
25. Por la aplicación del samyama a la fuerza del elefante y otros, adquiere el yogui su respectiva fuerza. 

Cuando el yogui llega al estado de samyama y necesita fuerza, aplica el samyama a la fuerza del elefante y la adquiere. Infinita energía está a la disposición de cuantos sepan adquirirla. El yogui ha descubierto la ciencia de adquirirla. 
26. Por el samyama en la efulgente luz (I-36) se adquiere el conocimiento de lo sutil, de lo obstruido y de lo lejano. 
Cuando el yogui aplica el samyama a la efulgente luz subyacente en el corazón, ve las cosas lejanas, las que están obstruidas por cordilleras de montañas y también ve las cosas sutiles. 
27. El samyama en el sol confiere el conocimiento del mundo. 
28. En la luna, confiere el conocimiento del enjambre de estrellas. 
29. En la estrella polar, el del movimiento de las estrellas. 
30. En el ombligo, el de la constitución del cuerpo. 
31. En la garganta, produce el cese del hambre. 
Cuando el hombre está muy hambriento, la aplicación del samyama a la garganta le aliviará el hambre. 
32. En el nervio llamado kurma, determina la fijeza del cuerpo. 
Quiere decir este aforismo, que cuando se practica el samyama, no se perturban las funciones del cuerpo. 
33. En la luz que brota de lo alto de la cabeza, se ve a los "siddhas". 
Los siddhas son entidades algo superiores a los duendes. Cuando el yogui concentra su mente en lo alto de la cabeza ve a los siddhas. La palabra siddha no se refiere a los hombres que han alcanzado la liberación, aunque a veces se la suele emplear impropiamente en este sentido. 
34. O también se allega todo conocimiento por el poder de "pratibha". 
Todos los expresados conocimientos puede recibir el hombre por el poder de pratibha o espontánea iluminación derivada de la pureza. Cuando el hombre alcanza el alto estado de pratibha, recibe la iluminación y todo lo ve claro y evidente. Todas las cosas conocen sin necesidad de samyama. 
35. En el corazón, recibe el conocimiento de las mentes. 
36. El gozo proviene de no confundir el alma con sattva, que son totalmente diferentes. Samyama en el centrado Yo da el conocimiento de Purusha. 
Toda acción de sattva, modificación de prakriti, caracterizada por luz y felicidad, es en provecho del alma. Cuando sattva está libre de egoísmo, e iluminado por la pura inteligencia de Purusha, se dice que está centrado, porque ya es independiente sin ninguna relación. 
37. De esto dimana el conocimiento perteneciente a pratibha y las supernaturales sensaciones de oído, tacto, vista, gusto y olfato. 
38. Estos son impedimentos para el samadhi, pero son poderes en el estado terreno. 
El yogui allega de la unificación de Purusha con la mente, el conocimiento de los goces del mundo. Si aplica el samyama para conocer que la materia y el alma son dos cosas diferentes, adquiere el conocimiento de Purusha. De aquí proviene la discriminación, y cuando adquiere el yogui la discriminación o discernimiento, alcanza el pratibha, la luz del supremo genio. Sin embargo, estos poderes son impedimentos para llegar a la meta suprema, el conocimiento del puro Yo y la liberación. Dichos poderes se interponen en el camino y si el yogui los rechaza, logra la liberación. Si cede a la tentación de admitir los poderes, le obstruirán su ulterior progreso. 
39. Cuando se anula la causa de la esclavitud de chitta, el yogui, por su conocimiento de los canales de actividad de chitta, entra en otro cuerpo. 
El yogui puede infundirse en un cadáver y resucitarlo, aunque él actúe en otro cuerpo. También puede infundirse en un cuerpo vivo y mantener en suspenso la mente y los órganos de la persona a quien el cuerpo vivo pertenece, y actuar temporáneamente en este cuerpo. Así lo efectúa el yogui al discernir entre Purusha y Prakriti. Si desea entrar o infundirse en el cuerpo de otro, le aplica el samyama y en él se infunde, pues su alma y su mente son omnipotentes, según enseñan los yoguis, porque es una porción de la mente universal. Sin embargo, sólo puede actuar por medio de las corrientes nerviosas de su propio cuerpo; pero cuando se desliga de estas corrientes puede actuar por cualquier otro medio. 
40. El dominio de la corriente llamada "udana" capacita al yogui para no hundirse en el agua ni en los tremedales, para andar sobre abrojos y morir a voluntad. 
Udana es la corriente nerviosa que rige los pulmones y todas las partes superiores del cuerpo, y cuando el yogui la domina es su cuerpo menos denso que el agua, y puede andar sobre espinas y abrojos, sobre hojas de espada, permanecer en el fuego y dejar el cuerpo cuando quiera. 
41. Cuando domina la corriente "samana" le rodea fulgurante luz. 
Siempre que quiere despide luz su cuerpo. 
42. Si aplica el samyama a la relación entre el oído y el akasa, adquiere la divina audición. 
Tenemos el akasa y el éter, con el oído por instrumento, y cuando el yogui aplica a ellos el samyama, lo oye todo por muy lejano que suene. 


43. Si aplica el samyama a la relación entre el akasa y el cuerpo, se hará tan ligero como el algodón en rama y podrá atravesar los aires. 


Significa que la materia del cuerpo es akasa condensado; y por tanto, si el yogui aplica el samyama al cuerpo, lo hará tan sutil como el akasa y podrá ir por los aires a donde quiera. Así también en los demás casos. 
44. Todo cuanto encubre la luz desaparece por la aplicación del samyama a las reales modificaciones de la mente fuera del cuerpo en la "gran desincorporación". 
La mente en su locura cree que actúa en el cuerpo. ¿Por qué he de ligarme a un sistema de nervios y recluir al ego en un cuerpo si el ego es omnipresente? No hay razón para ello. El yogui necesita sentir el ego donde quiera. Las ondas mentales que se levantan en ausencia del egotismo del cuerpo, se llaman "reales modificaciones" o "la gran desincorporación". Cuando el yogui logra aplicar el samyama a estas modificaciones se desvanece cuanto encubre la luz, toda tenebrosidad e ignorancia. Todo se le muestra al yogui en la plenitud de conocimiento. 
45. El yogui llega a dominar todos los elementos cuando aplica el samyama primero a los densos, después a los sutiles y a las cualidades en ellos inherentes y a su contribución a la experiencia del alma. 
El yogui aplica el samyama a los elementos densos y después a los sutiles. Una secta de budistas practican este samyama en un trozo de arcilla y poco a poco van percibiendo los sutiles elementos que lo constituyen, y cuando han conocido todos los sutiles materiales adquieren el poder sobre aquel elemento y así con todos los demás elementos. El yogui puede dominarlos todos. 
46. De esto se sigue la disminución y los demás poderes, la "glorificación del cuerpo" e indestructibilidad de las cualidades corporales. 
Esto significa que el yogui ha adquirido los ocho poderes. Es capaz de hacerse tan diminuto como una partícula o tan ingente como una montaña, tan pesado como la tierra o tan ligero como el aire. Puede lograr y regir y alcanzar cuanto quiera. Un león se agachará a sus pies sumiso como un cordero y todos sus deseos cumplirá a voluntad. 
47. La " glorificación del cuerpo" es belleza, calidad, vigor y diamantina dureza. 
El cuerpo llega a ser indestructible. Nada puede dañarlo. Nada es capaz de destruirlo hasta que el yogui lo consienta. "Rompe la vara del tiempo y con su cuerpo vive en este universo." Dicen los Vedas que para un hombre así ya no hay enfermedades ni dolores ni muerte. 
48. Se llegan a dominar los órganos aplicando el samyama a su objetividad y poder de iluminación, a la egoidad, a la inherencia en ellos de las gunas y a su contribución a la experiencia del alma. 
En la percepción de los objetos externos los órganos transmiten la impresión a la mente. A esto sigue el conocimiento. La egoidad está también presente en el acto. Cuando el yogui aplica gradualmente a todo ello el samyama, domina los órganos. Por ejemplo, el objeto es un libro, hemos de concentrar primero la mente en el libro, después en el conocimiento del libro y después en el ego que ve el libro y así sucesivamente. Por la práctica se dominarán todo los órganos y por consiguiente sus respectivas funciones. 

49. Así adquiere el cuerpo el poder de tan rápido movimiento como la mente, el poder de los órganos independientes del cuerpo y el dominio de la materia. 
Así como por el dominio de los elementos se glorifica el cuerpo, así también el dominio de los órganos confiere los mencionados poderes. 
50. Por el samyama en el discernimiento entre sattva y purusha se adquiere la omnipotencia y la omnisciencia. 
Cuando dominada la materia y reconocida la diferencia entre purusha y la materia, reconoce el yogui que purusha es indestructible, puro y perfecto, entonces adquiere la omnipotencia y la omnisciencia. 
51. La renunciación a todos estos poderes aniquila la simiente del mal y conduce al kaivalya. 
Entonces alcanza el yogui la soledad, la independencia, la liberación. Cuando desecha hasta las ideas de omnipotencia y omnisciencia, rechaza enteramente el gozo y las tentaciones de los seres celestiales. Cuando el yogui sabe qué son estos maravillosos poderes y los rechaza, llega a la meta. ¿Qué son todos estos poderes? Simplemente manifestaciones. No son cosa mejor que sueños. Aun la omnipotencia es un sueño, pues depende de la mente, y mientras subsista la mente podrá haber omnipotencia; pero la meta está más allá de la mente. 
52. El yogui no debe sentirse alucinado ni lisonjeado por las insinuaciones de los seres celestiales, pues se expondría de nuevo al mal. 
Además hay otros peligros. Los dioses y otros seres tientan al yogui. No quieren que nadie alcance la perfección. Son envidiosos, tanto como lo somos los hombres, y a veces más que nosotros. Tienen mucho miedo de perder su sitio. Los yoguis que no alcanzan la perfección, se convierten en dioses al morir, pues, dejando el camino recto se extravían por un andurrial y aceptan los poderes, por lo que han de renacer. Pero el yogui lo bastante fuerte para rechazar tales tentaciones, va en derechura a la meta y alcanza la liberación. 
53. Por el samyama en una partícula de tiempo y en su presesión y sucesión, se adquiere el discernimiento. 
¿Cómo evitar todas estas cosas, estos devas y cielos y poderes? Por el discernimiento que distingue el bien del mal. Por lo tanto hay un samyama que intensifica el poder del discernimiento. Es el samyama aplicado a una partícula de tiempo y al tiempo que la precede y la sigue. 
54. Las cosas que no pueden diferenciarse en especie, signo y lugar, las discernirá el antedicho samyama.

Nuestras aflicciones provienen de la ignorancia, de no discernir entre lo real y lo ilusorio. Tomamos el mal por el bien y el sueño por realidad. Hemos olvidado que el alma es la única realidad. El cuerpo es un sueño ilusorio y nos figuramos que somos nuestro cuerpo. Esta falta de discernimiento es causa de nuestra desdicha y tiene por origen la ignorancia. Cuando alcanzamos el discernimiento nos fortalece, y sólo entonces podemos evitar las varias ideas de cuerpo, cielos y dioses. La ignorancia proviene de la diferenciación por especies, signo y lugar. Tomemos por ejemplo una vaca. Este animal es de diferente especie del perro. ¿Cómo distinguir una vaca de otra dentro de su misma especie? Por signos o señales. Si dos objetos son exactamente iguales podrán distinguirse si están en diferentes lugares. Cuando los objetos son tan iguales y tan confundidos están que no puedan distinguirse ni por el signo ni por el lugar, el poder del discernimiento adquirido por la mencionada práctica nos capacitará para distinguirlos. La superior filosofía del yogui está basada en que Purusha es puro y perfecto y lo único "simple" que existe en este universo. El cuerpo y la mente son compuestos; y sin embargo, siempre nos identificamos con ellos. El grave error consiste en haber perdido el discernimiento. Cuando se alcanza el discernimiento ve el hombre que todo lo de este mundo, tanto mental como físico, está compuesto y no puede ser Purusha. 


55. Conocimiento salvador es el discernimiento que abarca todos los objetos en todas sus variaciones. 

Es salvador este conocimiento porque conduce al yogui a través del océano de nacimientos y muertes. Toda Prakriti en todos sus estados sutiles y densos está dentro del círculo de este conocimiento. No hay sucesión de percepciones en este conocimiento, pues todo lo percibe de una mirada. 
56. Por la similitud de pureza entre sattva y purusha se obtiene el kaivalya. 
Cuando el alma reconoce que no depende de nada ni de nadie en este universo, desde los dioses hasta el ínfimo átomo, obtiene el kaivalya (aislamiento) y la perfección. Por aislamiento o soledad se ha de entender la separación del espíritu, de purusha o verdadero ser, de la única realidad, llamada también alma, de todo cuanto es ilusorio, en el sentido de temporáneas manifestaciones del Absoluto, que al Absoluto han de retornar al fin de cada ciclo de manifestación. Se alcanza el kaivalya cuando la mezcla de pureza e impureza llamada sattva (intelecto) es tan pura como Purusha. Entonces sattva sólo refleja la genuina esencia de pureza de Purusha. 

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